Una tarde gris…dos reservas verdes…un extraño personaje de película….
- pequeño, por cierto- se conformarìa con principiantes e intermedios ( como dicen en las clases de tango).
Usamos este lenguaje ya que Renzo es tanguero, condiciòn no necesaria pero comùn en avistadores de aves de mediana edad. Esto porque el tango se ha nutrido frecuentemente de la ornitología para nombrar a algunos tangueros famosos: vayan por caso “Pirincho Canaro”, “Calandria Nelly Omar”, “Carancha Tita Merello”, por supuesto “el Zorzal Carlos Gardel” y ( para que no digan que nos quedamos en el cuarenta y cinco) actualmente “el Cardenal Domínguez”. Entones, como los ornitòlogos son agradecidos le retribuyen volcando sus preferencias hacia su mùsica.
Le habìa costado bastante a Renzo liberarse de su novia, la bailarina, cuyo nombre no recordamos pero suponemos que debe ser Paloma. Llegò cuando casi todo el grupo estaba reunido en la costa del rìo y se incorporò ràpidamente a él. Se notaban sus expectativas respecto de incrementar sus conocimientos ornitològicos. No sabemos si habrà cumplido con sus objetivos, pero que lo intentò, lo intentò.
Un rato antes habìa llegado otro miembro del grupo que nos sorprendiò gratamente, ya que hacìa tiempo que no nos encontràbamos y tambièn nos produjo una gran desolación: Miguelito hizo su aparición sin su curioso aparato de tomar fotografìas, tenìa una càmara nueva, muy buena pero no tan folklórica como el extraño aparato anterior. En fin, habrà que elaborar el duelo por tamaña pèrdida.
Las perspectivas de observación no eran demasiado buenas. El dìa se presentaba gris, con escasa luminosidad y persistente llovizna, que con el correr de la tarde fue hacièndose cada vez màs esporàdica. No mejoraron nunca las condiciones de luz y por ello las fotos nos salieron horribles ( las excusas de los fotògrafos son infinitas, casi como las de los pescadores y ornitòlogos).
Tras la bienvenida del guardaparque y la entrega de folletos, que seguramente Renzo valorarìa, comenzamos a transitar por el camino que va al mirador del pantano y la parte de atràs del vivero. Los zorzales colorados parecìan confabulados para mostrarse ante los observadores ostentando su dominio del territorio. Pensamos en un momento que eran los ùnicos seres vivientes -ademàs de nosotros- en ese sector de
Renzo preguntaba frecuentemente que era èsto o aquello y, en algún momento, lo vimos anotando en una libretita. Parecìa muy interesado, apreciando los aportes del grupo.
En este tramo una parte del grupo observò un raro insecto que no podemos describir ya que estàbamos cincuenta metyros adelante. Tal situación nos hizo pensar que nos perdimos lo mejor de esos momentos. Lo tomamos con resignaciòn ya que seguramente Miguel manda su foto al blog del COARECS.
Al retomar el camino principal un pequeño pajarito llamò nuestra atención y provocò sesudas discusiones. Un hembra de corbatita, identificada primero como ratona, llevò a alguno de nosotros a explicarle a Renzo la diferencia entre corbatita macho y hembra ( menos mal que era un corbatita y no una ratona). La ratona aparecerìa después. En este punto podrìamos pensar que no le vino tan mal escaparse del guiòn y con el correr de la tarde aprenderìa unas cuantas cosas màs.
Seguimos adelante y nuestra presunciòn de mala tarde para el avistaje aumentò cuando en la laguna- siempre generosa en aves acuàticas y tortugas- se observaba solamente el ir y venir de benteveos y una ùnica tortuga de agua a unos doscientos metros. Varios miembros del grupo tuvieron que esforzarse mucho para explicar donde estaba y otros tantos lo hicieron para entender las explicaciones y verla.
Claudia, que venìa rezagada conversando con Enrique de cuarzos y otras yerbas, preguntò: “si tiene el cuello de un solo color es chiricote o ipacaà?”. Era chiricote nomàs. Retrocedimos para verlo pero no tuvimos suerte.
Pero como todo cambia, la onda cambiò. Entre la laguna y la salida, después del mirador, comenzaron a aparecer pajaritos y oirse otros. Alicia alertò sobre un picaflor y mandò: “bronceado”. Un boyerito se mostrò varios minutos hasta que todo el grupo pudo disfrutar de su hombro rufo que se mostraba esquivo para algunos, que hasta dudaban de su condiciòn de boyerito y querìan convertirlo en un desteñido tordo renegrido. Finalmente la lìnea rufa del hombro apareciò y todos contentos. Tambièn Renzo ya que ligò una explicación sobre las diferencias entre tordo y boyerito.
Para no hacerla larga, ya que Maryluz ya lo contò muy bien, aparecieron celestino, carpintero bataraz chico, tacuarita azul, piojito comùn, renegridos exuberantes de brillo azulado, mùsicos y hasta el naranjero- entre otros-. Nada raro, bichos del plantel estable de las diferentes reservas pero muy bienvenidos dada la malaria del momento. Como no queremos tener problemas con el INADI diremos tambièn que el gorriòn y el chingolo ( rebautizado chaingol, para darle un toque exòtico) no faltaron a la cita. Pàrrafo aparte para el estornino pinto ya que tuvimos que explicarle a Renzo las razones de su mala prensa.
Mientras escribimos el relato nos extraña tanta explicación sin la presencia de Carlos. Què le habremos dicho a Renzo?. Què habrà entendido?. Què le habrà quedado para llevar a su guiòn?.
En este punto Maryluz y Virginia proponen ir a Ribera Norte, mientras degustàbamos la rica torta casera de Laura. Algunos miembros desisten y otros, en dos autos cargados hasta el tope, aceptamos el convite.
Al llegar al mirador de ribera Norte una gran cantidad de garzas brujas juveniles y algunos ejemplares adultos comienzan a llegar al dormidero de la laguna: un maravilloso espectáculo.
Por unos instantes la luz mejora. Alan, el creador de Renzo, al parecer experto fotògrafò- explica que la llaman “la horà mágica” y que esas condiciones duran alrededor de treinta minutos. Aprovechamos, gozamos del espectàculo de las garzas brujas ocupando sus lugares en el dormidero; de algunas garzas blancas volando; de alguna que otra gallineta comùn que sale de su refugio a procurarse el alimento en el crepúsculo; de grandes bandadas de gaviotas llegando, que motivaron la pregunta de Alicia: “hacia donde van’”; de un piojito gris; del dìa, màs gris que el piojito, hùmedo pero sugestivo y de las memorables galletas de grasa provistas por Virginia.
Ligamos una advertencia de uno de los guardaparques por usar flash a esa hora y nos dirigimos hacia la salida. Baldomero Fernàndez Moreno nos despide en la voz de otro de los guardaparques, tal como contò Maryluz y nos vamos.
Habrà encontrado Renzo, perdon: ALAN, lo que venìa a buscar: material para su película, una historia de amor entre Renzo, “el avistador de aves” y la bailarina ( para nosostros Paloma). En todo caso encontrò un grupo de avistadores intermedios y principiantes (como èl mismo) que lo recibiò como generalmente un avistador recibe a otro: con buena onda y ganas de compartir momentos y experiencias.
En fin, no nos hagamos la película, dejemos que la haga Alan y nos avise cuàndo y dònde tenemos que ir a verla.
Mayo de 2010