jueves, 17 de enero de 2013

El COA en el diario Perfil del 13/1/12

CIUDADANOS CIENTIFICOS

 Amantes de la ciencia ya ocupan un rol clave en las investigaciones. Sin ser especialistas, su participación en estudios es imprescindible para descubrir fósiles, monitorear aves y determinar la posición de estrellas.

Por Cecilia Farré 13/01/13 - 05:40

 Curiosos. Voluntarios de Aves Argentinas. No tienen una carrera en el ámbito científico y, por lo general, sus nombres permanecen en el anonimato. Sin embargo, guiados por la curiosidad y el entusiasmo, hombres y mujeres destinan parte de su tiempo, saberes, bienes y hasta su cuerpo para que la ciencia avance. Son parte del fenómeno “ciencia ciudadana”, como se denomina al aporte de datos de valor científico por parte de aficionados, una corriente muy popular en Europa y Estados Unidos y que cada vez gana más adeptos en la Argentina. Desde censar aves hasta clasificar galaxias, los aportes de estos ciudadanos científicos son clave para que los investigadores realicen nuevos descubrimientos y sus trabajos salgan a la luz. “A nivel mundial se da una nueva ola de participación de ciudadanos dispuestos y con capacidad para seguir un protocolo de recolección de información”, afirmó Fabián Rabuffetti, director de Conservación de Aves Argentinas que se vale de la colaboración de los voluntarios para la elaboración de los censos de aves anilladas y de aves acuáticas con el fin de determinar el número y distribución de especies en el país.

 “Participamos del censo neotropical de aves acuáticas que se realiza dos veces al año. En esos momentos hacemos nuestro humilde aporte como observadores”, comentó María José Doiny, coordinadora del Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur. Doiny le quita horas a sus traducciones de inglés para poder ir a observar aves, y así poder identificar a las especies en los censos. Los registros de aficionados han permitido confirmar, por ejemplo, un declive masivo de especies como el gorrión o la disminución dramática del mirlo común en ciudades como Londres, donde la ciencia ciudadana está más desarrollada.


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